Andaba el Sennin algo distraído de
su propósito inicial de formular una serie de axiomas filosóficas sobre la
naturaleza humana, firmes y fundamentales cuando se le cruzó por la mente lo
que consideró una idea, igual de axiomática, pero compuesta de varias otras
relacionadas y algo entrecruzadas: la idea lo sagrado, la historia de la
evolución del concepto de Dios en el mundo occidental, y los diferentes grados de deseos y apegos en
el ser humano.
Reparó en esa triada de
ideas interdependientes: (1) lo sagrado, (2) la historia de la idea de Dios, y (3)
los niveles de deseos del ser humano. Al principio abordó estos temas de forma
individual, es decir, cada uno por separado, pero luego se dio cuenta de la
relación intrínseca entre los tres, relación que de por sí podría llegar a una
perspectiva – verdad inclusive – que aunque algo abstracta sería también
axiomática. Discurrió, y discurrió;
entró en trance hipnótico con viaje chamánico – trance ‘hipnochamánico’ –
e hizo cogitaciones oníricos en forma sueños
lucidos para imaginar, para emplear en dimensiones coloridas y espacios vivaces
su inteligencia sistémica, aplicándola a la esencia de su
argumento.
Llegó por fin a una
firme conclusión que unificaba los tres temas: Lo que verdaderamente deseaban
experimentar los seres humanos es un contacto directo y permanente con lo
sagrado, pero en el mundo occidental la idea de Dios obviaba y socavaba ese
proyecto, dejando al occidental desamparado de esperanza para una auténtica liberación
y un huérfano cósmico en un infinito vacío existencial. Reflexionó
profundamente sobre este punto, reconociendo la tremenda dificultad que se le
presentaba por delante a la hora de expresar de forma concreta, clara, y
adecuadamente concisa la esencia de su tesis. Enunció entonces, una importante
definición para su gran propósito:
ANOTACIÓN 5: Lo
‘Sagrado’: definición y características. A pesar de que etimológicamente la palabra
“sagrado” origina en el latín “sacrum” que se refiere a aquello que concierne a
los dioses, hoy en día, gracias a los estudios de las religiones orientales,
tenemos una idea de lo sagrado más amplio, más universal y menos limitada a la
necesidad de adorar o relacionarse con entes ficticios y sobrenaturales. Lo
sagrado es, por definición y convenio, lo que se considera lo más importante
que pueda existir para el ser humano como individuo y en sociedad.
Paradójicamente, trágicamente, quizás consecuentemente, es también lo más
difícil para que el ser humano reconozca, experimente, y sobre todo incorpore
en su vida. ¿Qué es lo sagrado? Lo sagrado es inefable – es decir,
indescriptible, solamente se puede experimentar para conocerlo pero podemos
hacer referencia a ello. Lo sagrado es aquello que es el objeto y propósito del
culto religioso – de hecho, el concepto de lo sagrado sería una buena base para
una definición de la “religión” (véase abajo). Lo sagrado es aquello digno de
respeto y de adoración y que no puede (y que no debe) ser profanado, dañado o
puesto en duda; lo sagrado es aquello que ha de ser respetado y que no puede
ser transgredido o damnificado.
ANOTACIÓN 6: Religión: definición, características y tipologías. Una religión es un
conjunto de creencias, rituales, actividades, costumbres, y esquemas que
organizan al ser humano en torno a un reconocimiento de y un culto a lo sagrado,
y encaminan al individuo o al grupo a experimentar un contacto con su concepto
de lo sagrado. Corolario: La utilidad
o efectividad de una religión depende entonces de dos factores (1) de su
concepto o interpretación de lo sagrado y (2) de la eficiencia de la
metodología que emplea para conectar al adherente con el mismo. Por
consiguiente las religiones se pueden considerar en términos de su eficacia:
veraces o falsas. Una religión que dispusiera (1) de un concepto inadecuado o
falso de lo sagrado sería una religión inútil, inefectiva y de hecho, una falsa religión; igualmente, (2) una
religión que presentara una metodología ineficaz de establecer para su adherente
una conexión regular y confiable con lo sagrado sería también una falsa religión. Más aún, las religiones también se pueden categorizar en
cuanto a su capacidad de establecer o no una conexión permanente entre lo
sagrado y sus adeptos. Religiones cuyo concepto de lo sagrado lo sitúa fuera,
independiente, y contrapuesto a sus adeptos son religiones ‘exógenas’; las
religiones exógenas son inferiores y someten al adherente a la manipulación
intermediaria de los medios de comunicación, gobiernos, y organizaciones y
jerarquías religiosas. Religiones que sitúan o ubican a lo sagrado dentro del
adepto mismo y que ofrecen un medio directo para conectar permanentemente al
adherente con su sagrado interior constituyen religiones ‘endógenas’; las
religiones endógenas son superiores ya que liberan al individuo para siempre de
sus apegos y miedos externos e internos y de aquellos individuos y
organizaciones que se servirían de estos para controlarle o manipularle. Puesto
que la religión es la actividad o esquema psicológico, social, cultural,
político más importante para un pueblo estas definiciones y conceptos tienen
tremendas implicaciones para todas las dimensiones del ser y del estar humano:
un pueblo inmerso en una religión falsa seria un pueblo condenado a una
ansiedad existencial desestabilizante.
De
pronto el Sennin dejó de escribir, dándose cuenta de que había quizás llegado a
un entendimiento más profundo jamás antes logrado ambos de la naturaleza de lo
sagrado y de la religión. En su aguzada y perspicaz mente percolaban las
consecuencias individuales y las implicaciones sociales de sus definiciones y
conceptos sobre la esencia de lo sagrado y sobre el propósito de la religión.
Se dio cuenta de que su definición conceptual de lo ‘sagrado’ resultaba a su
vez ser axiomática para la definición subsecuente de ‘religión’, y decisiva
para categorizar a las religiones en términos de su eficiencia y eficacia. Se sentía satisfecho de que en efecto estaba
llegando a nuevos “primeros principios”,
es decir, a esas “bases axiomáticas” fundamentales que precisaba establecer
para el diseño y la construcción de su
nuevo gran paradigma filosófico y existencial que tanto ambicionaba para la
humanidad. ¿Ambicionada? ¿Era esa la palabra correcta para su estado interior
de impulso hacia ese noble y notable, sobresaliente, insólito objetivo?
Seguramente no. ¿Qué significa la palabra ‘ambición’? ¿Cuál es su etimología? Veamos:
(http://www.elcastellano.org/palabra.php?id=2016)
Entre los romanos, la palabra ambitio, derivada del verbo ambire ‘rodear’,
‘pretender’ (v. ambiente*), se usaba para denominar la actitud de los políticos
que circulaban por la ciudad y rodeaban a sus partidarios para no perder su
apoyo, buscando con todo empeño escalar nuevos peldaños en la carrera de los
honores. Por esa razón, acabó adquiriendo la denotación de ‘lisonja’,
‘adulación’, pero también ‘ostentación’, ‘posición elevada’ y ‘ansia de poder y
riquezas’.
La creación – el diseño, la formación, y la divulgación –
de su gran paradigma era su misión, y
no simplemente su ambición.
Aunque no se
sintiera del todo complacido con el orden rigoroso de sus pasos en la formación
de sus postulados, sí estaba convencido de la validez de los mismos, por muy
intermedios y tentativos que fueran sus conclusiones. Lo más importante es que
había avanzado, había habido progreso y esto le agradó y satisfizo al menos por
el momento presente. Pero ese presente pasó de largo de un momento al contiguo,
y de pronto le llegó la necesidad de concretar al menos tentativamente la
relación entre lo sagrado y el vacío existencial humano, aunque no supo de
inmediato cual sería un subtitulo adecuado para relacionarlo con lo anterior.
Acabó aceptando el subtítulo de ‘Lo sagrado: el non plus ultra de la existencia humana’:
ANOTACIÓN 7: Lo
sagrado: el non plus ultra de la existencia humana: Alcanzar una auténtica
comunión con lo sagrado es el máximo y verdadero objetivo de la vida – el non
plus ultra, el “no hay nada por encima”; es la única y la más duradera
felicidad; es la experiencia cumbre del ser humano; es el estado de
trascendencia de la finitud del “nunca haber sido” completo como ser humano al
infinito del “ser” y “del siempre siendo” completado. Solamente los seres
humanos más bienaventurados, los más selectos – los más “santos” en la
tradición occidental y los “iluminados” en la oriental – han gozado de un
estado de armonía estable con lo que su “contexto cultural” consideran “lo
sagrado”. Dijo el Buda, empleando una masa de agua como la línea divisoria
entre lo sagrado y lo profano: "pocos son entre los hombres los que llegan
a la otra orilla; la mayor parte corre de arriba a abajo en estas playas."
Así es, la inmensa mayoría de los hombres pasan sus vidas corriendo “de arriba
abajo”, naufragados en las playas de lo profano. No se puede, por lo tanto,
sobrevalorar la importancia de lo sagrado en la historia de la humanidad puesto
la idea misma de lo sagrado – la “Iluminación” en el mundo oriental y “Dios” en
el occidental – ha sido un tema central en el desarrollo de la cultura y en el
avance de la civilización de toda la humanidad.
Estaba de nuevo satisfecho con su
introspección, pero tomó una larga pausa para proseguir. Supo de inmediato que
las implicaciones de sus observaciones serían tremendas: vastas en extensión
por su alcance a todo el dominio socio-cultural, es decir del ‘estar’ humano;
profundas en repercusión por su impacto psicológico – afectivo-cognitivo – y
espiritual, o sea, del ‘ser’. Había llegado a un punto culminante de su
creación, a un punto ‘estrella’ en la que el destello de su ingenio le cortaba
hasta su propio aliento. Ahí, en ese horizonte que él mismo había forjado para
la humanidad se extendía una vista magnífica, un panorama de potencialidades
inusitados que a él mismo le sorprendían. Qué raro era eso de crear y ser
impresionado por la creación propia. Sin dudas las extensiones de su ‘YO’
transcendían el tiempo y el espacio, incorporando un sin fin de identidades y
conocimientos, como un agujero negro en el espacio sideral absorbía
implacablemente materia y energía hacia el centro de su singularidad. Ahí, en
ese nexo algo nuevo, oculto del universo mismo comenzaba otro universo. Cerraba
los ojos y respiraba profundamente, lentamente, sintiendo el hálito inflar su
abdomen como un esférico fuelle y tras sostener esa tensión ligeramente
incomoda se dejó vaciar por la inercia de su musculatura abdominal y torácica. Él era el Sennin, avatar de una nueva
realidad, y esta sería su era. Supo entonces como sería su muerte, como serian
de satisfactorios sus últimos momentos. Supo entonces que su voluntad al poder
y que su poder de voluntad no eran en realidad ni ‘suyas’ ni propias – esa
conclusión no era sin el resultado ineludible de la transcendencia del ‘yo’ a
la identidad cósmico del ‘YO’ que le impulsaba desde quien sabe cuándo. Supo entonces
que él no era sino una manifestación de la fuerza vital de su especie hacia un
nuevo punto en la escala evolutiva; supo entonces que su individualidad que
tanto había apreciado y preciado en su juventud no era sino la manifestación implícita
del impulso a la supervivencia de una expresión de la energía vital. No era
nada y lo era todo. Tenía una misión que cumplir igual semejante a la del
envoltorio de un gran regalo: una vez entregado no habría más propósito para la
combinación material y energética y sus moléculas y energías podrían
recombinarse con el cosmos.
Pero todavía
quedaba cumplir con la misión; la ‘reintegración’ tendría que aplazarse hasta
entonces. Con esfuerzo, con energía y dirección mudó de modalidades,
reconfigurándose internamente y cambiando su estado existencial de su fase
mística a una más filosófica, analítica. ¿Dónde estaba? Había perdido un poco
el hilo de su pensamiento. Necesitaba retroceder mentalmente sobre sus pasos y visualizar
el proyecto entero de esta contribución filosófica antes de continuar. Bien, estaba en una encrucijada. Podría
entrar en el tema de la transformación histórica de Dios y por lo tanto
establecer el por qué Dios no calificaba como ‘sagrado’, o podría resaltar las
etapas de crecimiento y maduración del ser humano en su progreso hacia lo
sagrado y resaltar por qué el mundo occidental quedaba atascado, naufragado
espiritual y existencialmente en su adoración de Dios, un falso ideal de lo
sagrado. Tomó su decisión y prosiguió.
ANOTACIÓN 8: Las
etapas del deseo y la liberación de la unión con lo sagrado: Más allá de satisfacer las
necesidades más básicas de nuestra fisiología (aire, agua, comida, calor,
etc.), y de nuestra psicología (compañía, amor, entendimiento, seguridad, etc.)
el ser humano atraviesa etapas en su formación que se distinguen por una
búsqueda orientadora de su ser y de su estar en el universo. Estas etapas que
corresponden a la naturaleza de sus deseos, de sus anhelos, de sus expectativa
de la vida, son predecibles y propias de su inmadurez espiritual, cognitiva,
emocional y física. Cada etapa se distingue por la búsqueda de un objetivo al
que se le da prioridad por las demás y al que se confunde, por suma ignorancia,
con lo ‘sagrado’. Solamente en la última etapa llega el ser humano a reconocer
el verdadero objetivo de la vida – el de la disolución con lo auténticamente
sagrado – objetivo que de ser logrado llevará a su liberación del sufrimiento,
a la extinción del miedo, a la superación del deseo, y a la terminación del
apego.
Homo sapiens sapiens,
el “hombre que sabe que sabe”, sabe que va a morir, no por experiencia directa
claro está sino por extrapolación racional, por el poder empático de su
imaginación. Pero también, por esa misma facultad cognitiva que le permite
considerar – mejor dicho, que le impide eludir la idea de – su propia muerte,
imagina lo infinito, la inmortalidad, la eternidad, es decir, una cantidad i
cualquier cosa que aumenta de forma ilimitada al igual que los números
naturales. El infinito, lo perpetuo, lo imperecedero es parte de nuestro repertorio
cognitivo, de nuestra cultura universal, de nuestra Quinta Dimensión. Somos
criaturas que imaginan la posibilidad del infinito pero paradójicamente,
trágicamente, atrapados en un cuerpo destinado a todas las limitaciones
imaginables, comenzando por un ‘ego’, una consciencia del ‘ser’, limitado,
mortal, finito. Es precisamente este impulso existencial hacia lo infinito, hacia
el obtener infinitamente más de lo que se tiene e incluso de lo que
inmediatamente se precisa lo que fomenta la maldad en el ser humano, la
distinción entre el ‘yo’ y lo ‘otro’, ocasionando el abismo que separa el ‘yo’ del
‘auténtico YO’.
Si el ser humano careciera
de su estimada capacidad de imaginar lo infinito igualmente no dispondría ni de
la maldad ni del lado oscuro porque seria, al igual que los demás animales, una
entidad principalmente fisiológica en cuanto a su búsqueda de la saciedad. El
ser humano no busca saciarse con lo necesario de forma finita, sino que
pretende hartarse en su búsqueda de lo infinito: todo lo que cree querer lo
quiere sin límites, sin control, sin reservas; por eso mismo, porque es el
único animal capaz de conceptualizar lo infinito es también, y por
consecuencia, el único ser que vive en pos de la satisfacción a través del
placer en vez de en pos del placer a través de la satisfacción.
ANOTACIÓN 9: El
ser humano en su búsqueda de lo que verdaderamente quiere de la vida: lo
auténticamente ‘sagrado’ – Parte I: El lado oscuro del espíritu humano y el duplo
sendero del miedo-deseo: Para los esclavos del deseo y las victimas del miedo el
estado de saciedad del placer se convierte en su objetivo principal de sus
existencias. Tan fuerte es ese apego a ese estado de saciedad que –
equivocadamente, trágicamente –se convierte para estos adictos en su versión de
lo ‘sagrado’.
Etapa 1: La búsqueda de la
saciedad sensual: Esta es la primera etapa a la que nacemos y podemos
reconocer todos sus aspectos presentes y manifiestos ya en un recién nacido. En
esta etapa vivimos para complacer nuestras necesidades fisiológicas – somos
esclavos de nuestros deseos corporales como el hambre, la sed, el placer del
contacto, el ser arrullados constantemente – y por ende nuestras emociones más
primitivas: el deseo, el miedo, y la ira. Basta escuchar el llanto de un bebe
para distinguir sus estados de necesidad de los de puro deseo, y distinguir su
miedo real y auténtico y de cólera enfurecida cuando no se le atienden a sus
deseos, para saber que esto es cierto.
Efectivamente, el miedo y el
deseo son dos caras de la misma moneda: tememos tener lo que no deseamos y tememos
no tener lo que deseamos; deseamos no tener lo que tememos, y deseamos tener lo
que tememos que nos falte. Del efecto combinado del temor/deseo surge el apego
como dimensión psicológica – cognitiva y emocional. En esta etapa, el apego es
la necesidad de sentir saciados los apetitos sensuales que originan en el
neonato y que se extienden, con la madurez fisiológica del individuo, a todos
placeres sensuales del cuerpo: los gustativos, los táctiles, los visuales, los
auditivos, los sexuales, etc. En esta etapa de inmadurez no solamente nacen los
apegos a los placeres y a todas las complacencias del cuerpo y de la mente,
sino que también se dan lugar las adicciones – mentales y fisiológicas – a las
sustancias estupefacientes.
Mientras que los esclavos del
deseo sensual creen haber encontrado el camino a la dicha a través de la
búsqueda de la saciedad sensual, en realidad viven una existencia que fluctúa entre
la saturación y la escasez, mediada siempre por una voracidad y glotonería que
carece de una satisfacción duradera y mucho menos de un bienestar perdurable.
Paradójicamente su culto a la satisfacción sensual desemboca en la
autodestrucción física: las adicciones, la obesidad, etc.
El camino del deseo sensual
es, además de un camino esclavizador, un camino enajenante, alienante. Los
placeres del cuerpo no son experiencias que propiamente se puedan compartir con
otros; el placer y el dolor son propios, individuales; su experiencia solamente
enfatiza la ilusión del ‘ego’, del ‘yo’ en contra de la realización del ‘YO’,
del ‘no-ego’, del ‘no-yo’. En esta etapa las personas – al igual que neonatos –
viven dominadas, regidas por la búsqueda del placer sensual y la evasión de la
incomodidad física, lo cual es una existencia solitaria, enajenante, alienante,
anti-iluminadora.
Con el tiempo, si no sucumbe
antes, y con madurez el individuo descubre la inherente vacuidad del camino del
deseo sensual, y busca refugio en su sendero contiguo: el camino del deseo
material.
Etapa 2: La búsqueda del éxito
material. Extensión lógica de la anterior, y con frecuencia
acompañante de la misma, está el deseo de acumular posesiones materiales que
ayuden ahora a satisfacer los mismos placeres anteriores junto con ciertos
placeres mentales – cognitivos y afectivos – que en realidad tienen sus
orígenes en los sensuales. En este camino el ser humano persigue la acumulación
de toda clase de objetos materiales – automóviles, televisores, calzado, ropa,
muebles, inmobiliaria, etc. – en pos de encontrar un estado de saciedad que no logró
en el sendero anterior. Lo que no sabe es que la búsqueda de la saciedad
existencial a través del sendero del deseo material no es sino una extensión
natural de la tendencia impulsiva del dominio de los apegos establecidos en la
etapa anterior.
Las mismas restricciones inextinguibles
y las mismas limitaciones alienadoras de la etapa anterior aplican igualmente a
la presente. Lo material nunca es suficiente, ni es duradera la satisfacción
que ofrece el placer de su obtención: nunca trasciende de lo efímero. Los
zapatos nuevos si rayan, el coche nuevo devalúa, la casa nueva hay que
mantenerla, el televisor nuevo se avería, etc. Por otra parte, la dedicación a
la adquisición de los objetos materiales enajena, separa a las personas. La
obsesión por la adquisición material lleva a la explotación, divide a la
sociedad grupos socioeconómicos: que tienen y los que carecen, en los opulentos
y en los desprovistos. El dinero y los bienes materiales no pueden ser
compartidos sin ser divididos, restados, sin la indeseable privación de los
mismos. Si presto mis zapatos ya no puedo disfrutar de su uso, si comparto mi
ensalada me quedará menos para mí, si dono mi dinero tendré menos para mis
gastos. La pura persecución de la satisfacción de los deseos sensuales y materiales
nos embiste en un camino necesariamente egoísta, egocéntrico, y en última
estancia solitario.
No sorprendentemente en esta
etapa el individuo comienza a flirtear con las nociones de los poderes de
“entes sobrenaturales” como son los santos, los dioses, Dios, Jesús, el Diablo,
los ángeles, los espíritus, etc. Sus fines no son con objeto de transcendencia
por encima de sus deseos, temores, y apegos sino en función de una satisfacción
o aplacamiento de los mismos. Todo se le pide a los ‘entes’, desde la lluvia, el
dinero, el amor, la salud, hasta la victoria de su equipo de futbol favorito o
un alza en el valor de unas cotizaciones bursátiles. El ser humano dominado por
esta etapa acude a los dioses, a los santos, a los ángeles y a los demonios en
beneficio de la satisfacción de sus placeres; su ‘religiosidad’ es puramente
mercenaria y completamente en función de sus infinitos apetitos y de sus
apetitos para el infinito. Hasta el deseo de ir al paraíso – lugar absurdamente
fantasioso de la Quinta Dimensión que surge de la patología mental del apego al
placer sensual infinito – es una indicación clara de sus apegos. Quitemos el
poder imaginario a los dioses, los santos, los demonios, los ángeles, etc., de
conceder deseos y ahí se acaba la devoción religiosa de esta gran mayoría de la
humanidad. Conveniencieros que son, para los seres humanos atascados en esta
etapa la religión solamente surge de los impulsos del lado oscuro de su espíritu
mezquino, es decir, de sus miedos, de sus deseos, de sus apegos.
Etapa 3: La búsqueda de la
fama y del poder. La persecución del reconocimiento y del poder
sociopolítico como primordiales objetivos de la vida surgen naturalmente de las
etapas anteriores, y muchas veces como estrategias o impulso – implícitos o
explícitos, conscientes o inconscientes – para aumentar los recursos
disponibles para satisfacer los apegos de las etapas anteriores. La fama y el
poder son ambos – al igual que el placer sensual y el éxito material – efímeros, limitados, exclusivos y
competitivos. La fama y el poder son recursos efímeros, limitados, competitivos
y exclusivos: la estrella de hoy es el olvidado del mañana; el que capta la
atención pública en este momento por necesidad la resta de los demás puesto que
la luz pública es un recurso limitado; imperios ascienden y caen; fortunas se
hacen y se pierden; campeones surgen y desaparecen; hoy se está en la cima,
pero al menor desliz o ante la aparición del contrincante más joven, mejor
equiparado, o más dispuesto, el puesto se pierde. Al igual que el placer y la
riqueza, la fama y el deseo son exclusivos, enajenadores, alienantes.
Estas tres etapas, (1) la
del deseo sensual, (2) la del deseo por la riqueza material, y (3) la de la
fama y el poder sociales, combinadas forman el “duplo sendero del miedo y del deseo”. El duplo sendero del
miedo y del deseo fracasa en satisfacer al ser humano por cuatro motivos: 1)
porque sus metas efímeras y solamente ofrecen satisfacciones o saciedades
temporales; 2) porque son metas privadas, personales, y por lo tanto 3) son alienantes
y propiciadoras del ‘ego’, del ‘yo’; y 4) porque no son transcendentes: aunque
logradas mueren con el individuo.
El ser humano, en su
idealización de lo infinito responde a una necesidad inherente de lo transcendente,
una necesidad que es ambas causa y consecuencia de su ansiedad existencial. Ningún
objetivo que no pueda satisfacer su sed por lo infinito innato del ser humano
podrá dar paz a su mente y concederle la serenidad espiritual. Por eso mismo el
duplo sendero del miedo-deseo falla en última estancia en satisfacer, hundiendo
al ser humano aún más en las tinieblas oscuras de su propio vacio, de su propio
abismo existencial.
ANOTACIÓN 11:
(Corolario a lo anterior) Las Religiones Exógenas y el Duplo Camino del
Miedo-Deseo: Las religiones exógenas – sobre todo el Judaísmo, el
Cristianismo, y el Islam – fueron inspiradas y fundadas en las rutas y atajos del
duplo sendero del miedo-deseo. Sus esquemas y creencias esclavizadoras se esparcieron
por la Quinta Dimensión como un rabioso incendio, un dragón desbocado,
asegurando bienestares y fortunas terrenales y sobretodo recompensas o castigos
de ultratumba; sus doctrinas se divulgaron por el lado oscuro de la mente
humana montadas en las alas gemelas del deseo y la promesa del placer y del
miedo y la amenaza del dolor; sus enseñanzas se transmitieron en los labios
falsos profetas y en los escritos de viles estafadores, todos vendedores de
efigies apócrifos de lo sagrado – todo basado en una visión errada de lo que
verdaderamente es lo sagrado. Las falsedades de las religiones exógenas dominaron
y dominan la cultura y sociedad de África, del oriente medio, de Europa y de
todo el hemisferio americano, distorsionando grotescamente su mismísimo
concepto de la realidad.
Y el Sennin se
paró a pensar; y se dio cuenta de que le faltaba continuar en su explicación de
las ‘etapas del deseo y la liberación de la unión con lo auténticamente sagrado’.
¿Cuáles eran las siguientes etapas intermedias hasta que el ser humano
reconociera lo que verdaderamente desea, lo que verdaderamente precisa que es
la comunión perfecta y la unión libertadora y completa con lo realmente
sagrado? ¡De pronto tuvo una gran introspección! Lo captó en la siguiente
frase: "el Más Allá que está Justo Aquí." Ése era el objetivo
verdadero del ser humano puesto que es la única, la verdadera, y la perenne
felicidad; y ése era simultáneamente el verdadero objetivo de su presente
transmisión. ¿Pero cómo llegar hasta ahí? ¿Cómo llegan las personas “normales”,
“ordinarias”, “comunes” a esa conclusión – conclusión a la cual él ya había
arribado ya hace una eternidad, antes de cumplir sus nueve años de ‘este
tiempo’? Para el Sennin, pedirle al ‘YO’
es esperar y recibir. ‘¡Ya llegó!’, se comentó a sí mismo con tremendo
entusiasmo.
ANOTACIÓN 12: El
comienzo del despertar hacia "el Más Allá que está Justo Aquí." La triste realidad del ser humano es que gran
parte, sino la mayoría, nunca trasciende la tercera etapa; de hecho, casi todos
se quedan atrapados en la maraña de cruces, atajos circulares, y travesías sin
salida del duplo sendero del miedo-deseo. Las religiones exógenas, basadas en
la dicotomía del miedo y del deseo, del “mal castigado” y del “bien premiado”
solamente sirven para zambullir al senderista más inocente y mejor intencionado
en una pendenciera fosa de brea existencial, de la cual jamás logrará a
comenzar escaparse sin antes hacerse la siguiente pregunta con respecto a los
frutos y objetivos de las primeras tres etapas: ‘¿No hay más (en la vida)?’ o
su homólogo, equivalente: ‘¿Es esto todo (lo que hay)?’. Con esta nueva
interrogante el recién cuestionador, sino renegador del duplo sendero del
miedo-deseo comienza el despertar a una nueva dirección hacia el aplacamiento
de su hambre existencial, hacia la satisfacción de su sed espiritual como ser
humano.
Pero también inicia su
momento de máxima vulnerabilidad. Inmerso en el esquema socio-cultural y
auto-derrotista de la religión exógena, su perdición en este momento reside en
que le espera el Gran Súpervillano disfrazado de héroe, el Archienemigo de la
Liberación encubierto y disimulado de salvador, listo para atraparle en sus
enmarañadas redes de promesas inmortales y amenazas eternas, y revierte sus
ansias de su liberación espiritual y existencial a un retorno perfectamente
disimulado a la fosa de brea. El villano en cuestión no es sino el ente de
doble-cara, dueto integral, el Dios-Demonio, del monoteísmo, el símbolo regidor
solemne y absoluto, la representación ‘deificada’ del campeón, propagador
defensor del Duplo Sendero del Miedo-Apego, del Placer-Dolor. Él es el infierno viviente, la perdición del
espíritu humano.
Tomó
una breve pausa. Sabía que todo gran héroe tenía que encararse con un
equivalente villano que le equiparara, que diera estampa a la magnitud de su hazaña.
El villano era el Dios-Demonio, Yahvéh y Satanás mismo. Sería el desafío digno;
no había vuelta atrás:
ANOTACIÓN 13: El Dios
Monoteísta: Oxímoron de lo Sagrado: El concepto de lo sagrado no ha sido ni es
universal. Para el mundo occidental durante los últimos dos milenios ante todo,
lo sagrado ha sido equivalente a la figura tremendamente controversial y
debatida de Dios. ¿Por qué controvertida? Dios como lo sagrado es un oxímoron,
es decir, un absurdo. Lo sagrado – precisamente por definición y convenio –
debería ser algo también inmutable, permanente, imperturbable, lo único en el
universo de la experiencia humana con estas características. Pero el Dios de la
tradición occidental es una idea que demostrablemente ha sido transformada a
través del tiempo, una idea que ha dado lugar a las tres tradiciones religiosas
monoteístas – el Judaísmo, el Cristianismo, y el Islam. Cada una de estas
tradiciones no solamente tiene un entendimiento de Dios algo diferente respecto
a las demás, sino que ese entendimiento a su vez ha cambiado a través del
tiempo. Curiosamente, en los inicios de cada una de corrientes religiosas su
concepto de Dios resultaba ser tan radicalmente diferente y tan incomprendida
por sus contemporáneos que fue rechazada por los mismos y sus adeptos fueron
considerados como “ateos” o al menos “blasfemos”. Hoy, ante todo en el mundo
anglófono donde más se ha llevado a cabo el estudio académico de la religión, de la Biblia, y de Dios,
vemos una nueva evolución en la idea de Dios: la de su “no-existencia”, es
decir, vemos un rechazo de la noción tradicional de lo sagrado lo cual libera
al mundo occidental para que inicie una nueva búsqueda de lo sagrado. El
ateísmo es quizás la última etapa en la evolución de una idea de “Dios”, una
idea que solamente tiene, como mucho, unos cuatro mil años de historia.
Pero hay más: lo sagrado debe ser coherente, o al
menos, aunque paradójica no imposiblemente contradictorio. Mientras que la
evolución de Dios podría quedar sujeto a la problemática de la validez o de la
aceptación de la evidencia historia, la falta de coherencia dentro del texto,
del expediente señalado como ‘sagrado’, sería la mejor forma de desenmascarar a
Dios, de mostrar su rostro descubierto. Sin este paso inicial, jamás se verá
desbloqueado el verdadero camino a la esencia de lo sagrado, del “más allá” que
existe “justo aquí”.
El
Sennin estaba a gusto: reconocido el enemigo, la guerra había comenzado.
que bueno esta eso..continuo manana. Gracias!
ResponderEliminarNo dejes para mañana lo que puedes hacer hoy! ;)
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