miércoles, 6 de julio de 2011

PRÓLOGO

Se supone que la evolución física del ser humano, es decir, su respuesta fisiológica a las presiones ambientales, cesó hace apenas 60,000 años con las últimas fases de su desarrollo cerebral, dando lugar al denominado hombre moderno –  Homo Sapiens Sapiens – el “hombre que sabe que sabe”. Una nueva mente acompaña a este ‘nuevo’ cerebro, una mente que da lugar a una nueva dimensión, la dimensión de lo irreal, de lo potencial y de lo imposible, de la imaginación, de las ideas; una dimensión más allá de las tres dimensiones del espacio y de la cuarta del tiempo – una Quinta Dimensión. Pero la evolución continuó, también a su vez metamorfoseada, transformada, evolucionada, ya que con el cese de la transformación física del cuerpo comenzó la evolución de la mente, la evolución del funcionamiento de la mente-cerebro aplicada a la supervivencia y a la plenitud de la especie, es decir, a la evolución de las ideas. ¿Y cuáles son las ideas más evolutivas, más ‘revolucionarias’, más destacadas, más avanzadas, categóricamente superiores de acuerdo a este gran efecto? La respuesta es aquellas ideas que promueven el control de la mente-cerebro: las ideas de la creación y del control de la imaginación, las ideas que dan lugar a la formación y al manejo de las ideas mismas.

                La evolución creó algo más que la imaginación y su consiguiente nueva dimensión de existencia para el hombre. La evolución dividió al ser humano en Cinco Esferas de elementos diferentes pero interrelacionadas: la Esfera de la Tierra que es su cuerpo; la Esfera del Agua que es su medio ambiente, natural y artificial; la Esfera del Fuego que es su mente racional y consciente; la Esfera del Aire o del Viento, su mente inconsciente de donde emanan sus sueños, sus patrones conductuales, y sus esquemas emociones; y finalmente la Esfera del Vacío de donde surge su dominio sobre sí mismo y su capacidad de integrar y armonizar las Cuatro Esferas anteriores. Todas estas Esferas, y por lo tanto sus Elementos correspondientes, existen activas en el ser humano y en esto el ser humano es único de entre los seres vivos que pueblan el universo conocido.

                Las nuevas fuerzas evolutivas que surgen del desarrollo de las ideas suponen igualmente amenazas a nuestra supervivencia, amenazas no-naturales – sobrenaturales – causadas por algunas de las ideas mismas. Las ideas y sus manifestaciones – la cultura, la civilización, y la tecnología – constituyen el nuevo ambiente dentro del cual el ser humano debe desenvolverse y sumergirse; un ambiente que le penetra y constituye la esencia de su mundo interno, y un ambiente que le rodea, formando la mayor parte de su mundo exterior. Pero la mayor amenaza que resulta no es causada directamente por esta nueva forma de evolución que nos acecha a los hombres, sino por el estado de separación y de alienación que existe entre las Cinco Esferas de los elementos que componen su existencia. Tan inminente es el peligro de extinción que presenta para el ser humano este estado de enajenación entre sus Cinco Esferas, que amenaza con borrarle de la faz del universo antes de que como especie haya podido diagnosticar su propia fragilidad.

                Pero la naturaleza es sabia y ninguna especie contiene el germen de su destrucción sin la innovación que posibilite su salvación. El ser humano que existe gracias a la idea y que amenaza perecer gracias a la misma ha evolucionado una nueva variante que, maestro y dominador de las Cinco Esferas, sabrá traer armonía entre ellas y rescatar al ser humano de sí mismo. ¿Y cómo se conoce al nuevo ser humano resultado de esta nueva evolución? Se trata del Homo Sapiens Sennin, ‘el hombre que sabe perseverar en el dominio de sus ideas’. No importa como se generó el Sennin, el cómo vino a darse lugar, ni siquiera dónde está ubicado. Lo único que importa es reconocer que está ahí, crecientemente en todos nosotros, en nuestras mentes, en las innumerables interconexiones de células nerviosas responsables por nuestros pensamientos, por nuestras emociones, por nuestras conductas. Ahí está emplazado, apostado, transformándonos, evolucionándonos, revolucionándonos de acuerdo a su poder que es el poder de la voluntad de sus pensamientos, de la propagación de sus ideas.

Todos los días, a diferentes horas y desde la Esfera del Vacío que es su gran y exclusivo dominio, va reconstruyendo nuestra realidad de acuerdo a esas corrientes nerviosas que son sus ideas, sus imaginaciones, transmitiendo, en diversas frecuencias cerebro-mentales y a modo de una inmensa sugestión subliminal o programación inconsciente en masa, para llegar a los miles de millones de mentes-cerebros que somos la especie humana. Nadie le es inmune; a nadie se le escapa. Él es nuestra única esperanza.

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